San Lorenzo fue a Córdoba con la intención de traerse los tres puntos a Boedo. Sin embargo, Rapallini, Talleres y el cansancio por la seguidilla de partidos impidieron que eso suceda.
El equipo comandado por Rubén Insúa disputó cuatro partidos en doce días y nunca rotó. El cansancio es evidente y ante Talleres notó. Sin embargo, cada jugador dejó absolutamente todo en cancha para poder quedarse con los tres puntos. Se sabía que el equipo cordobés iba a ser muy complicado, pero lo fuimos a buscar igual y casi nos quedamos con la victoria.
No solo quiero hablar del juego del CASLA o el de la “T”. Este párrafo merece una mención especial al árbitro del encuentro: Fernando Rapallini. Lamentablemente, el juez que estuvo para impartir justicia inclinó la balanza en reiteradas oportunidades para los locales. En el primer tiempo, Garro le metió un codazo a Elías y literalmente lo mandó al hospital. A pesar de eso, el pito no sacó ni amarilla. Por otro lado, todas las jugadas divididas fueron cobradas a favor de Talleres y fue favoreciéndolo poco a poco. Una vergüenza arbitral, como nos tiene acostumbrados el fútbol argentino.
Para finalizar, San Lorenzo logró empatar y traerse un punto, todo suma. Especialmente cuando tenes que jugar varias competencias con un plantel corto. Ahora, el plantel deberá regresar a Buenos Aires para pensar en el partido ante Fortaleza donde no podremos contar con Cerutti, Irala ni Martegani. Además, no se sabe qué pasará con Elías. El Ciclón necesita rotar, pero la pregunta es: ¿Puede?