San Lorenzo comenzó la Sudamericana de la mejor manera y vuelve con tres puntos de Venezuela por el golazo de Gattoni.
Partido raro. Demasiadas cosas no estuvieron a la altura de los acontecimientos, a saber: la primera pelota, el árbitro, el director de cámaras, el terreno de juego, el camarógrafo de la cámara principal; no recuerdo una televisación tan mala con cortes de cámara tan desatinados. Lo de Sánchez, aun con sanción discutible, es de una total irresponsabilidad, más para alguien de su edad. Lesiones de ambos lados y un equipo local que duró 5 minutos en modo amenazante. Luego se acomodó San Lorenzo a su nueva realidad de inferioridad numérica que paradójicamente lo fortaleció, más el ingreso de Barrios que le hizo bien al equipo. Y en ese juego cortado, errático e incómodo, tras la doble tapada de Batalla, llegó esa maravilla de gol que hizo Federico Gattoni: caviar. Dos cosas me dejaron pensando antes del entretiempo: qué poca plata deja el pase del autor del gol y qué grata audacia mostró el equipo con un jugador menos y la cautela con que suele encarar los encuentros. Última: el final del primer tiempo también fue raro con esa espera del árbitro.
Por lógica, Estudiantes empujó desde el reinicio del juego y tuvo aproximaciones de peligro. Pero San Lorenzo siguió yendo, llegando y metiendo en cada pelota. Los partidos de Barrios, Leguizamón, Gattoni, Hernández y Braida fueron de esos que le gustan a todo hincha: pura sangre y juego. Batalla y Elías también pusieron la cara. Por eso en ningún momento se notó la expulsión de los seis minutos. Y los seis que adicionaron se hicieron más largos que el mismísimo Gastón Campi, que casi corona una jugada bárbara con un tiro rasante. Y después la de Barrios y Braida. Y después la volada de Batalla. ¡Y el final con la pelota en los pies de Barrios! Maravilloso triunfo del Ciclón, tres puntos que serán recordados.