Determinante Gómez para un primer tiempo que se presentó como aquellos River – San Lorenzo noventosos que paríamos sin excepción. Quizás me equivoco en la precisión pero en los primeros 20’ quizás el local tiró un centro que cayó cerca del área chica de Chila cada dos minutos. De hecho el ex Racing y Vélez metió dos atajadones: el primero a Colidio, por bajo, en gran estirada, y el segundo casi con las rodillas ante un cabezazo franco de Meza, desde el punto del penal. Y de a poco San Lorenzo se acomodó y pasó la rompiente. Al punto que el contragolpe Cuello-Cerutti-Cuello fue la mejor jugada del primer tiempo y no fue el 1-0 por el manotazo de Armani y la definición no tan furiosa de Cuello con la boba. Y el Ciclón tuvo una segunda, que la reciente adquisición del club no calculó tan bien y le permitió a Pirez cortarlo abajo. Salta a la vista que Braida y Tripichio en las bandas le dan otra seguridad, en defensa, y peligro al mismo tiempo, en ataque, al equipo. Irala tiene menos orden que Sosa pero algo más de poder frotar un poco alguna lámpara de un genio talle small, pero geniecillo al fin. Por último, saludable que Luján sobre a las torres que son Romaña y Campi, por dos motivos: venía siendo un desastre en la banda y, a la vez, Campi necesita siempre a alguien que le cuide la espalda en sus movimientos lentos y, aparentemente, desganados.
San Lorenzo tuvo para ganar el partido en el segundo tiempo, a pesar de empezarlo 0-1 cuando no pasaba nada. El tema es que Campi es un gol regalado latente siempre, en los dos tiempos lo sobraron por dormir en un lateral. Y la función defensiva a Remedi le cuesta un montón, siempre sale en la foto del gol rival; si bien es cierto que queda acompañando a un rival, la zona en la que recibe Meza es del 5, siempre. Golazo del ex Rojo y nada que hacer Chila en buena volada. Muniain lo empata tras el penal de Pirez, perfecta definición. Y lo del Vasco sosteniendo la pelota y yendo de un lado a otro, impecable. Y cuando este humilde comentarista hubiera apostado por Barrios-Bustos en vez de Legui-Vombergar, como acostumbra Russo, el Ciclón tuvo dos para llevarse todo a Boedo. El tema es que Leguizamón no mide la fuerza y el otro no corre a fondo, aún cuando el centro fue pésimo. Tuvo otra Legui y le taparon el tiro desde el piso, tuvo una River tras desborde de Pity.
El empate le queda bien al partido. Muy permisivo el árbitro porque River pegó más de la cuenta y no se verificó en las tarjetas. A pesar de las caritas de impotencia de Gallardo, adicionaron 8 minutos y el local nunca supo cómo entrarle a San Lorenzo. En un club convulsionado, el equipo puso la cara en una cancha históricamente esquiva.
