El partido se presentó abierto desde el primer momento: la zona de volantes fue de mucha fluidez y ambos equipos iban y venían, al menos, hasta tres cuartos con bastante facilidad. Ahora es un tema que salta a los ojos lo cuesta arriba que se le hace a San Lorenzo meterse al área rival. La ausencia de Muniain se notó en el sentido que Bustos, de características y cabeza bien diferentes, tardó en acomodarse en la responsabilidad de decidir y comandar los avances del equipo. Del lado de Central, una tendencia bastante nítida de ir por el lado de Báez; lo que no resulta extraño si vieron el partido pasado. Y a pesar de tener a uno de sus mejores jugadores, como Malcorra, del lado opuesto. Y en la mitad exacta de la primera etapa, el VAR lo salvó a Bustos y a Gómez, de floja reacción ante el gol anulado a Central. Y el final del primer tiempo le fue favorable a los de Russo. La última tapada de Broun a Remedi fue descomunal y la mejor de todas las aproximaciones. Pero San Lorenzo llegó… una buena entre Remedi y Bustos que terminó diluyéndose, otro centro bajo de Cerutti y algún tiro mordido de Cuello. Atrás salvo algún contratiempo por el sector izquierdo, se sufrió poco.
El complemento empezó jugándose bastante más en campo azulgrana y el local lo fue a buscar más. De hecho Lequi tiró a Campaz a la cancha; a lo que Russo contestó con 9×9 (Vombergar por Cuello). Y el trámite se cerró, cortó y ensució más que lo visto en los primeros 45’. San Lorenzo ya casi que no manejó la pelota hasta la mitad de la segunda mitad, momento en que Miguelo decidió incluir a Perro Barrios (afuera Legui). Evidente intención de recuperar la pelota en desmedro de la velocidad, el vértigo y la voluntad del paraguayo. En el momento que empezaba a escribir que yo hubiera preferido la salida de Bustos y que Cuello fuera a la izquierda, el ex Talleres se despachó con un golazo infernal, tras los varios intentos que probó desde que llegó. Se jugaban 29’. A los 2’ Russo cerró las ventanas: afuera Pocho y el autor del gol, al campo Seba Blanco y Reali. A San Lorenzo ya se lo veía agrupado y con menos espacio entre sus líneas; el 4-5-1 era más que una sensación. Decisiones. El resultado y la mandíbula floja del equipo pedían eso a mi modo de ver. A aguantar con jugadores con mejor capacidad de tenencia y pase. Y en una de esas salió a correr y gambetear el Perro… y casi golazo, pero no. Mientras, el partido de Gómez en el segundo tiempo fue inapelable. Central fue con mucho hacia arriba y dejó poco atrás. Y el Bicho Campaz quiso apurar la última y la tiró al alambrado. ¡Y GANÓ EL CICLÓN!
Lo trabajó muy bien desde que se puso en ventaja y la inteligente densidad de población en campo propio que imaginó Russo fue más que la creatividad del local. Tres puntos en una cancha muy complicada históricamente que alimentan la confianza. A seguir.