La trinchera que levantaron entre cuerpo técnico y jugadores en la franja de Gaza que es la avenida Perito Moreno merece el Nobel de la paz.
Alejandro Sabella, otro viejo zorro y sabio de la escuela pincharrata, puso en la mesa, de alguna conferencia de prensa del Mundial Brasil 2014 que no recuerdo bien, el paso del Rubicón. Pues este San Lorenzo de Russo ya ha cruzado el río y no hay vuelta atrás. Superó lo que nadie imaginó y no sólo desde lo deportivo: este grupo se colgó una cucarda de carácter que lo enaltece y hace que cualquier rival le tenga un respeto por encima de la media. Entre caciques de más experiencia, Russo filtró en las líneas de los generales a algunos soldados de rango menor, casi colimbas en algunos casos, que llenaron sus cartucheras de amor propio para compensar alguna falencia técnica que su juventud les endilga. Y si tocara enfrenar a las tropas de Napoleón, o a la milicia de Vicente López, el constructor Miguel Ángel, casi un artista, va a preparar a su batallón, ya sin Batalla, pero con un gigante guaraní que lleva aires de Augusto. ¡Ay el enganche que metiste anoche, Orlando! La confianza es total. El capitán, al que llaman Vasco, puso las barbas en remojo todo el primer tiempo para leer al enemigo y filtrar esa estocada en el segundo. Para que llegue el primero, tras ese mortero que soltó el cabo Herrera e hizo detonar el Esloveno, en modo francotirador que agujereó la guarida de la escuadra roja, que en su blanco también pedía rendición. A la mitad de la disputa, el Cabral de Bajo Flores, ese creyente color café, pensó en la idea de huir para otra guerra; entonces Russo puso más Herrera al costado derecho y entró el muchacho de Claudio Paul. El gringo Perruzzi fue el mejor médico de la tropa, aquí y allá cerrando heridas. La cinta fue un testimonio que tomó el subcapitán Braida y terminó levantando Tripichio.
Al momento del paredón, cayó Rodriguez pero ningún Gill. El coloso guaraní emuló al mitológico José Luis Félix y paró la bala que le dio vida al Tonga Hernández, que activó un misil e hizo volar en mil pedazos todos los sueños paternales. La épica de San Lorenzo anoche en el altar de un Dios del fútbol merece un 10.

Ganó una batalla y el respeto de todos, veremos si alcanza para conquistar el país. Allá van las filas del ejército Russo…
