San Lorenzo rescató un punto sobre el final: fue 1-1 con El Calamar.
En El Ciclón volvió Elías post suspensión y El Gallego dispuso un dibujo distinto al más usado, entiendo, para darle más comodidad a Girotti, no tan tirado a una banda. Así, Barrios también podría permitirse más libertades, pensando que por detrás aparecieron Braida, Roca, Jalil y Giay. No obstante todo lo descrito, San Lorenzo se presentó en la tarde con la lentitud y previsibilidad de toda esta copa. Los primeros 20’ pasaron en cámara lenta y no registraron ni una situación de riesgo en ningún arco. En la mitad exacta del primer tiempo funcionó el doble 9 porque en esa mejor población del área para cabecear centros, Girotti tuvo la más clara y le erró al arco por poco. En el momento arbitral, Trucco, cuándo no, y el VAR no juzgaron como roja el planchazo a la rodilla de Barrios, situación que pudo haber cambiado el trámite de juego. Platense no llegó nunca y los avances que tuvo estuvieron propiciados por desatenciones y desacoples de los volantes cuervos. La de Giay cerca del final se puede destacar por la pobreza del resto visto. En resumen, muy pobre primer tiempo.
La segunda etapa se presentó más estridente: dos remates en dos minutos, Girotti y Bareiro. Otra apariencia de intención de profundidad, decisión y velocidad. Incluso también de Platense. Y ahí nomás Girotti lo habilitó a Bareiro para que se fuera de cara a Macagno pero entre su lentitud y mal control diluyó la jugada más clara de todo el partido hasta ese momento. Faltando media hora y con varios córners y tiro libres para aprovechar envíos aéreos acumulados, el rasgo para analizar es que San Lorenzo no le saca ningún provecho a la pelota parada. Para colmo de males, a los 33’ Platense volvió a aprovechar esos pases mal dados y rebotes cedidos de San Lorenzo para ir a fondo y poner el 1 a 0. Mal humor general; justificado. Los de Insúa, a los que no les sobra nada, sobraron jugadas y los murmullos lo evidenciaron. Pero Insúa mandó a Hausch con Maroni a la cancha y a los 45’ el Gringo metió un desborde bárbaro por derecha y mejor centro para que Bareiro meta el 1-1, de cabeza, y en vez de buscar la pelota decidió gritarle el empate al 6, Suso, en otra de esas acciones difíciles de interpretar que tiene el paraguayo. No quedó nada en el descuento, sólo otra siesta para perder una pelota más, de Rafa Pérez, que no es para caerle al colombiano sino para evidenciar que tantos errores no forzados se pagan.
Otro empate, otro punto que suma poco, otra actuación pobre. Un poquito menos de bronca por no haber perdido, pero la impotencia del equipo se trasladó a los hinchas.