De Fiorito a la eternidad. Diego Maradona dijo adiós

Sin mencionar camisetas, colores , ni banderas, países. Diego Armando Maradona nos dejó físicamente y el mundo llora sus gambetas, su sonrisa, su carácter, sus frases, su pasión por la pelota, esa que no la tuvo ni la tendrá nadie.

La confirmación del desastre, la sensación de sentir el dolor como propio, como si se tratase de un ser cercano, de tener ese lazo de sangre. Quizás el amor por una persona sea similar, esa parte del ADN argentino, con sumo talento, con aciertos y errores, pero ¿En qué pedestal se puede poner uno u otros para señalar con el dedo? Existieron y seguirán existiendo.

El luto será eterno, como tus laureles, como tu legado. Cuesta demasiado volcar una idea y a propósito pido disculpas a usted lector, pero estas son notas que no se quieren hacer nunca. Tiemblan las piernas mientras en la televisión pasan un sin fin de jugadas, goles, entrenamientos, músicos. La garganta cerrada, el nudo abrochado que no se quiere ir y el desconsuelo se presentó, y ahora no hay héroe que lo saque con algún tiro libre, con esa magia que desplegabas en cada aparición. La cuenta es interminable, como la devoción que tiene el universo.

Serán las próximas generaciones las que provoquen comparaciones odiosas, como las que ya descurtieron desde aquél 20 de octubre de 1976, cuando con 15 años comenzabas a marcar tu historia, la que nos puso en la cima y fue todo obra tuya. Diego siempre será Diego. Maradona es, fue y será de todos los seres mortales que habiten el planeta, lo quieran o no. Seguirás vigente en cada trapo, en cada lagrima que se piante, en cada potrero. Sin querer te hiciste cargo de darle felicidad a la gente y vaya que cumpliste. De Fiorito a la eternidad.

¡GRACIAS POR TANTO, PERDÓN POR TAN POCO!