«Un abrazo de padre e hijo que jamás voy a olvidar»

Ramiro Souto, fotógrafo de los mejores y más experimentados del país, nos contó su experiencia de vivir la obtención de la Copa Libertadores como hincha y profesional, desde el campo de juego y con su hijo en la tribuna. 

En primer lugar, gracias a la gente, a los jugadores,al cuerpo técnico y a los dirigentes. Nunca vamos a olvidar ese 13 de agosto.

Llegamos a la cancha muy temprano. Cuatro o cinco horas antes para que pudieras pisar el césped. Fue emocionante. Y al rato, despedirnos para que vayas a la POPU con amigos y yo quedarme a fotear en el campo.

Desde chico mostraste ese AMOR CUERVO. Cuando tuviste tus primeras redes sociales, elegiste @tuteecasla ,que se afianza en @TUTTECARD.
Pasaron mas de seis años desde que empezamos esa recorrida que nos llevaría a la gloria. Arrancamos por Brasil, tu primer viaje en el charter con los jugadores. Después fuimos a Bolivia y a Paraguay y a Brasil. Siempre alentando con mucho fervor y con buen comportamiento de local y de visitante. Estuvimos en todos lados junto a los colores que amamos.


Después de esa noche, de esa final y de vivir la historia grande de nuestro club, empezaste más que nunca a querer sacar fotos en la cancha y te la bancaste desde la platea. A pesar del calor o del frío; de día o de noche; incómodo por el poco lugar, siempre estabas ahí con tu cámara. Todo eso te dio la experiencia para capturar ese gol del Tanque Gaich con River y muchas mas tapas de SLP y SLDA.

Qué emoción al ver la cancha llena al 130 por ciento. Explotaba. La gente no paraba de alentar y vino el penal. No lo podía creer. La verdad es que dudé si disfrutarlo mirándolo. Pero no, lo disfrute más verlo por la cámara patear al GORDO y correr a festejar con nuestra gente. Y ahí estaba, emocionado al borde de las lagrimas, pero tomando fotos que no se me borraron nunca de la memoria. Qué buen recuerdo en mi cabeza y en @sanlorenzoquerido.


Después de eso vino el momento de esperar el pitazo final y las ganas de correr a abrazarte. Estábamos tan cerca pero era imposible. Llegó la entrega de la COPA y con unos colegas cuervos sacamos bandera, los gorros y las vinchas y retratamos un gran momento de la noche. Después nos fuimos detrás de los jugadores por toda la cancha. Llegó la vuelta. No importaba el cansancio, ya eramos CAMPEONES DE AMÉRICA y nadie más nos podia cargar.

Muchas horas después nos pudimos encontrar y darnos ese abrazo que nos merecíamos.  En ese mismo instante, comenzamos a planear ir al Mundial de Clubes. “Cueste lo que cueste y pase lo que pase”, nos prometimos.

El 2014 había sido duro. Ya nos habíamos recuperado del vuelco con el auto, de perder a mi mamá y de tantas otras malas de ese año. Y el jueves siguiente fuimos a festejar al canal. En realidad, a Ideas del Sur, con los jugadores, al programa de Marcelo y ahí tuviste tu primera foto con la tan ansiada copa. (Gracias Negro, querido amigo, ese gesto jamas lo voy a olvidar)
Seis años después lo recuerdo como si hubiera sido ayer y con el orgullo de tener un hijo CUERVO y REPORTERO GRÁFICO, compartiendo las dos pasiones día a día.


Todos son recuerdos muy hermosos. Pasa el tiempo y cada día se valora más esa hazaña. Así como disfruté de la vuelta del 95 en Rosario o del retorno a primera, la alegría fue eterna. Aunque nada se compara con aquella noche, con ese 13 de agosto, cuando los cuervos volamos alto y nos convertimos en los campeones de América.

 

Historia  narrada  íntegramente por Ramiro Souto